Premio Patricia y Emmett Robinson
Debra A. Daniel
Mañana por la tarde, los alumnos de quinto grado realizarán audiciones para la obra de teatro de primavera
Petruchio, claman ser Petruchio,
pero acabarán memorizando la de baptista
aflicciones paternas o cortejos de Lucentio enamorado.
Al principio, se enfadarán por no haber sido elegidos.
como el único hombre en Padua lo suficientemente inteligente
para domar a la odiosa Kate.
Ellos no desearán tan secretamente usar
el sombrero con plumas moradas y blandir
la espada falsa con remolinos y florituras.
Todos serán invitados a la boda.
Eso es un hecho. el mas alto
con la voz grave será el predicador,
y uno de ellos, el que tartamudea,
será ensillado con el tercer sirviente.
El que no puede quedarse quieto y habla
sin parar en clase se pondrá la cabeza del caballo,
se le permita pisotear sus cascos, relinchar,
y criar su equina crin de hilos abigarrados,
marrón oxidado y canela quemada y bronceado arenoso.
El chico nuevo que viene la semana que viene
simplemente aprenderá a tirar de las cuerdas—
mano sobre mano sobre mano—cerrando
y reabriendo las cortinas de terciopelo escarlata
para la última llamada a escena donde Kate
y Petruchio se inclinará y se inclinará de nuevo,
y de las alas los otros que no estan
Petruchio, todos esos pequeños, mirarán
y suspiro, sabiendo lo bien que ese sombrero de plumas
habría encajado tan perfectamente sobre sus cabezas.