Premio Patricia y Emmett Robinson
Brian Slusher
vi la opera de mi vida
y el chico jugando conmigo
me ajustó el parche en el ojo
nunca tuvo como su tenor (soy un
barítono fangoso) saltó hacia algunos
chica llamada Tora, que creo que era
una amalgama de mi novia de la universidad
y un conejillo de indias que
murió cuando yo tenía cinco años, y
ella se inclinó desde la ventana de su dormitorio
mientras las notas de la canción marcaban
el escondite de la noche. Más tarde, como el
multitud aterrorizada huyó del colorido
bombardeo del enemigo que avanza,
que puede haber simbolizado el terror
Sentí antes de tomar mi examen de conducir,
noté entre el coro en estampida
un hombre con un bombín se agachó para
atar su zapato, y pensé
la puntilla se va a romper, y cuando
no fue así, la aguja de la iglesia explotó
y el estallido de la llama reflejada
en los ojos de Tora reveló un lunar
debajo de su conducto lagrimal, igual que el
en mi muslo izquierdo, solo el de ella estaba
en forma de perfil de
Madre Teresa, mientras la mía está más cerca
al contorno de una carretilla,
y mientras la orquesta crescendo
Me puse de pie y aplaudí, me fui tarareando
(aunque yo soy más un silbador)
el final, la escena del reencuentro en
Mont Blanc, la nieve revoloteando
las manos levantadas de los amantes cantando
y cuando comencé a ponerme los guantes,
Criticé mis dedos y me di cuenta
que falsos se ven.