El premio del verso humorístico
Starkey Flythe
Estamos tomando el examen de bienes raíces
Estoy temblando, más de frío
que el miedo aunque hay mucho
de asustado corriendo alrededor—siete am,
aspirantes de todo el estado, futuros,
dependiendo de las comisiones. "¿Quieres un trago?"
Marta me pregunta. "¡Dios mío, Marta!
Son las seis de la mañana, no puedo
incluso encontrar mi lápiz.” “Siete,” corrige ella.
"Aquí." Me pasa un número dos amarillo, afilado.
Ella tiene ese tipo de mente, precisa, alcohólica-
navajas, labios una petaca disfrazada de estuche de anteojos.
La miro durante las preguntas que se niegan a quedarse
en mi papel mientras ella bebe, moja la punta de su lápiz,
finge miopía, hipermetropía, haciéndolo
como un cracker seguro escuchando los clics de Fort Knox.
Hago sesenta y cinco. Marta noventa y cinco. un veterano,
me dan cinco. Tomamos un almuerzo de celebración.
"El vodka está lleno de vitamina K", me dice.
"Alcanzar en la parte de atrás", ella pulgares, conduciendo a casa,
el enfriador. Botellas. latas Tarros Mason, un 'Cajun
martini.' 'Cajun', Louisiana para 'más', para 'muchos'.
El hielo descongela mis dedos acalambrados por la respuesta equivocada.
Ella acelera, nunca se desvía de la línea, fría
jarro a sus labios, el camino un vestíbulo a todas las casas
ella venderá, casas al lado del camino, casas
en comunidades cerradas donde no está permitido
para cortar el césped después de las cinco de la tarde de los sábados,
carteles de venta con letras góticas; sin flamencos rosas,
fiestas de barrio a las que nunca te invitarán.