El premio Constance Pulz
Libby Bernadín
Un trozo de tela ligera
Como un niño saltando la cuerda, anhelaba tocar
cielo de bronce de invierno,
nieve sobre tierra verde—
y salto lo suficientemente alto para atrapar el azul lleno de gasa
sostener el sol, seguir al gorrión alimentándose
en bayas de piracantia, devorador de semillas, pico amarillento,
gorro gris rojizo, revoloteando en llamas otoñales,
con qué facilidad vuela en su camino—
En otoño, saltando con Gulf Fritillary
alas de color rojo anaranjado, manchas blancas tiemblan
con ninfa negra cortada de ala
dado a luz por un verde rayado naranja
oruga tejiendo una crisálida,
la muerte talla su propio lugar, niño inconsciente—
Ahora mis sueños se deslizan como libélulas sobre el agua de un arroyo,
merodear como un mocasín boca de algodón, girar y girar
a la sombra del río, un constante vagar lejos de las cabeceras
a través del gruñido de una zarza, derramando silencio en un océano
y allí—doblo una esquina,
como una vez en la Galería Nacional de Arte
Me encontré con Dali's El Sacramento de la Última Cena
el aliento se congela, ¿cuál es la verdad?
Esta esbelta vida acostada como un trozo de tela ligera
abraza una última comida, la mano derecha apuntando hacia arriba,
mano izquierda en suave descanso cerca de la garganta—¿Qué confianza
en lo que nos conforma, que seguridad en la trascendencia,
cómo vive con el parto que da forma a las larvas.